martes, 5 de febrero de 2013

Si una noche de invierno...

Leer Junt@s. 24 de Enero de 2012.
Si una noche de invierno un viajero de Italo Calvino(II):
el placer de jugar, el placer de leer.

Quizá  Si una noche de invierno un viajero no sea la mejor obra para iniciarse en el conocimiento, en el disfrute, de Ítalo Calvino. 
Cierto, podemos calificar esta novela como de ejercicio de estilo (el mismo Calvino cita a Raymond Queneau y sus Ejercicios de estilo).  Sin duda lo es: ejercicio de estilo manifiesto y magistral,  en el que el autor nos presenta varias novelas paródicas en las que recrea muy explícitamente los elementos más destacados de los diferentes subgéneros. 
Pero más allá de un soberbio ejercicio de estilo, en Si una noche de invierno un viajero Calvino hace una defensa apasionada, inteligente y rotunda del placer de la lectura; y lo hace mostrándonos ese placer, esa necesidad, la que experimentan el lector y  la lectora, nosotros mismos, a quienes el autor se dirige con esa ineludible segunda persona que nos involucra cada vez más conforme vamos adentrándonos en la historia.
 
El libro de los libros cruzados
Quisiera llamar la atención sobre las constantes de la obra de  Calvino; puesto que podemos ver guiños o reflejos de la mayoría de ellas:  La etapa inicial (en la que podríamos incluir títulos como Los senderos de los nidos de araña, que nos sitúa en un ambiente de guerra, o Por último, el cuervo, en la que nos situamos en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial, vista desde el punto de vista de la resistencia)  aparece reflejada en la cuarta novela revolucionaria-existencial, donde los personajes se ven inmersos en un ambiente revolucionario, obrero.
El gusto de Calvino por acercarse a la ciencia de forma humorística, irónica en ocasiones, que nos brindan Las cosmicómicas, encuentran su hueco en esta obra en fragmentos como “Arrojas el libro al suelo, lo tirarías por la ventana, incluso por la ventana cerrada, (…) lanzar el libro reducido a fotones, vibraciones ondulatorias, espectros polarizados, a través del muro, que el libro se desmenuce en moléculas y átomos pasando entre átomo y átomo del cemento armado, descomponiéndose en electrones, neutrones, neutrinos y partículas elementales cada vez más diminutas (…)  y así continúa desmenuzando el libro, lanzándolo lejos.  Hacia el final de la obra, el grupo que espera una novela cósmica, una revelación extraterrestre, también nos vuelve a traer a la memoria la deliciosa obra Las cosmicómicas.


Siento y juego, luego escribo
La exploración de los sentidos, de las sensaciones, es también muy grata para nuestro autor.  Así lo vemos en la primera de las novelas que conforman Si una noche de invierno un viajero.  Calvino publicó en su momento Bajo el sol jaguar,  dedicado expresamente a los sentidos, concretamente al olfato, gusto y oído.  La obra que nos ocupa está cuajada de referencias sensoriales. Así lo vemos por ejemplo en el inicio de la segunda novela: “Un olor a fritura aletea en la apertura de la página, más aún, a sofrito, sofrito de cebolla, un poco requemado, porque en la cebolla hay vetas que se ponen moradas y después pardas, y sobre todo el borde, el margen de cada trocito de cebollas picada se pone negro antes que dorado.. “ 
Para aportar algún ejemplo más, el inicio de la tercera novela no puede ser más ilustrativo: “Los placeres que reserva el uso del abrecartas son táctiles, auditivos, visuales y sobre todo mentales.  El avance en la lectura va precedido por un gesto que atraviesa la solidez material de libro para permitirte el acceso a su sustancia incorpórea. (…) El borde de las hojas se quiebra revelando su tejido filamentoso; una fina viruta se aparta de él, tan grata de ver como espuma de ola en la línea de playa.”  Seguimos avanzando en Si una noche de invierno un viajero, y leemos  “Tu cuerpo se ve sometido a una lectura sistemática, a través de canales de información táctiles, visuales, del olfato, y no sin intervención de las papilas gustativas.  También el oído desempeña su papel, atento a tus jadeos y a tus trinos (…)
El humor, la fantasía, el gusto por lo inesperado y por el juego, por el desconcierto, son elementos presentes en esta obra que también comparte con El barón rampante o El caballero inexistente.  Calvino juega constantemente con el lector, interrumpiendo, dando giros inesperados a las historias.  El juego es el objetivo también cuando aparecen grupos revolucionarios, contrarrevolucionarios, los que esperan la gran novela transmitida telepáticamente por una gran mente, por los extraterrestres…


La defensa del placer
Por último, abordaremos el aspecto de la obra que quizá para muchos sea la parte con la que más se puedan identificar: la defensa que hace el autor del placer de leer.  Por este motivo, es fácil ver en algunos personajes, como Lotaria por ejemplo, el antiprototipo del Lector y la Lectora, que leen por placer; que son capaces de acudir a la librería para ver qué ha ocurrido con su ejemplar defectuoso; entrevistarse con un experto en la críptica lengua cimeria en un despacho en los sótanos de la universidad; o llegar a una editorial para poder finalmente lograr su propósito: continuar leyendo. Por eso Lotaria es su contrapunto: la profesora que analiza concienzudamente las historias con un enfoque estrictamente racional, que no necesita siquiera terminar la obra, que con unas páginas mal encuadernadas les basta a ella y a sus alumnos para lograr su propósito: destriparla, racionalizarla; pero no disfrutarla en sí, tal como sucede con los lectores.
En este aspecto, casi podemos considerar que Calvino nos presenta una sátira con Lotaria y sus alumnos que intelectualizan los libros sin dejar cabida a las emociones.  “Estáis impacientes por ver resurgir de las cenizas este libro perdido, pero tenéis que esperar a que las chicas y los jóvenes del colectivo se distribuyan las tareas: durante la lectura tendrá que haber quien subraye los reflejos del modo de producción, quien , los procesos de cosificación, quien, la sublimación de lo reprimido, quien, los códigos semánticos del sexo, quien, los metalenguajes del cuerpo”.
El Lector y la Lectora,(¿nosotros mismos quizá, aludidos a lo largo de toda la obra?) lo que quieren, lo que desean, por lo que se mueven de un lado a otro física y emocionalmente en esta novela es por LEER. Cuando Lotaria y su grupo de alumnos diseccionan la obra, el lector se acerca, alarga una mano y pide permiso para coger la novela que están analizando.  Al darse cuenta de que falta la mayor parte de la obra, se muestra contrariado.  Lotaria lo deja claro, no hace falta más  “¿La continuación?... Oh, con esto tenemos ya para discutir un mes. ¿No te basta?” le dice. El Lector es rotundo y claro “No era para discutir, era para leer…”  Y a nosotros, lectores, ¿nos basta?. 

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