Si una noche de invierno un viajero de Italo Calvino(II):
el placer de jugar, el placer de leer.
Quizá Si
una noche de invierno un viajero no sea la mejor obra para iniciarse en el conocimiento, en el
disfrute, de Ítalo Calvino.
Cierto, podemos calificar esta novela como de
ejercicio de estilo (el mismo Calvino cita a Raymond Queneau y sus Ejercicios
de estilo). Sin duda lo es: ejercicio de estilo
manifiesto y magistral, en el que
el autor nos presenta varias novelas paródicas en las que recrea muy
explícitamente los elementos más destacados de los diferentes subgéneros.
Pero más allá de un soberbio ejercicio de estilo, en Si
una noche de invierno un viajero Calvino hace una defensa apasionada, inteligente y rotunda del
placer de la lectura; y lo hace mostrándonos ese placer, esa necesidad, la que
experimentan el lector y la
lectora, nosotros mismos, a quienes el autor se dirige con esa ineludible
segunda persona que nos involucra cada vez más conforme vamos adentrándonos en
la historia.
El libro de los libros cruzados
Quisiera llamar la atención sobre las constantes de la
obra de Calvino; puesto que
podemos ver guiños o reflejos de la mayoría de ellas: La etapa inicial (en la que podríamos incluir títulos como Los
senderos de los nidos de araña, que nos sitúa en un ambiente de guerra, o Por último, el cuervo, en la que nos situamos en las
postrimerías de la Segunda Guerra Mundial, vista desde el punto de vista de la
resistencia) aparece reflejada en
la cuarta novela revolucionaria-existencial, donde los personajes se ven
inmersos en un ambiente revolucionario, obrero.
El gusto de Calvino por acercarse a la ciencia de
forma humorística, irónica en ocasiones, que nos brindan Las cosmicómicas, encuentran su hueco en esta obra en
fragmentos como “Arrojas el libro al suelo, lo tirarías por la ventana, incluso
por la ventana cerrada, (…) lanzar el libro reducido a fotones, vibraciones
ondulatorias, espectros polarizados, a través del muro, que el libro se
desmenuce en moléculas y átomos pasando entre átomo y átomo del cemento armado,
descomponiéndose en electrones, neutrones, neutrinos y partículas elementales
cada vez más diminutas (…) y así
continúa desmenuzando el libro, lanzándolo lejos. Hacia el final de la obra, el grupo que espera una novela
cósmica, una revelación extraterrestre, también nos vuelve a traer a la memoria
la deliciosa obra Las cosmicómicas.
Siento y juego, luego escribo
La exploración de los sentidos, de las sensaciones, es
también muy grata para nuestro autor.
Así lo vemos en la primera de las novelas que conforman Si una noche
de invierno un viajero. Calvino publicó en su momento Bajo
el sol jaguar, dedicado expresamente a los sentidos,
concretamente al olfato, gusto y oído.
La obra que nos ocupa está cuajada de referencias sensoriales. Así lo
vemos por ejemplo en el inicio de la segunda novela: “Un olor a fritura aletea
en la apertura de la página, más aún, a sofrito, sofrito de cebolla, un poco
requemado, porque en la cebolla hay vetas que se ponen moradas y después
pardas, y sobre todo el borde, el margen de cada trocito de cebollas picada se
pone negro antes que dorado.. “
Para aportar algún ejemplo más, el inicio de la
tercera novela no puede ser más ilustrativo: “Los placeres que reserva el uso
del abrecartas son táctiles, auditivos, visuales y sobre todo mentales. El avance en la lectura va precedido
por un gesto que atraviesa la solidez material de libro para permitirte el
acceso a su sustancia incorpórea. (…) El borde de las hojas se quiebra
revelando su tejido filamentoso; una fina viruta se aparta de él, tan grata de
ver como espuma de ola en la línea de playa.” Seguimos avanzando en Si una noche de invierno un viajero, y leemos “Tu cuerpo se ve sometido a una lectura sistemática, a
través de canales de información táctiles, visuales, del olfato, y no sin
intervención de las papilas gustativas.
También el oído desempeña su papel, atento a tus jadeos y a tus trinos
(…)
El humor, la fantasía, el gusto por lo inesperado y
por el juego, por el desconcierto, son elementos presentes en esta obra que
también comparte con El barón rampante o El caballero inexistente.
Calvino juega constantemente con el lector, interrumpiendo, dando giros
inesperados a las historias. El
juego es el objetivo también cuando aparecen grupos revolucionarios,
contrarrevolucionarios, los que esperan la gran novela transmitida
telepáticamente por una gran mente, por los extraterrestres…
La defensa del placer
Por último, abordaremos el aspecto de la obra que quizá
para muchos sea la parte con la que más se puedan identificar: la defensa que
hace el autor del placer de leer.
Por este motivo, es fácil ver en algunos personajes, como Lotaria por
ejemplo, el antiprototipo del Lector y la Lectora, que leen por placer; que son
capaces de acudir a la librería para ver qué ha ocurrido con su ejemplar
defectuoso; entrevistarse con un experto en la críptica lengua cimeria en un
despacho en los sótanos de la universidad; o llegar a una editorial para poder
finalmente lograr su propósito: continuar leyendo. Por eso Lotaria es su
contrapunto: la profesora que analiza concienzudamente las historias con un
enfoque estrictamente racional, que no necesita siquiera terminar la obra, que
con unas páginas mal encuadernadas les basta a ella y a sus alumnos para lograr
su propósito: destriparla, racionalizarla; pero no disfrutarla en sí, tal como
sucede con los lectores.
En este aspecto, casi podemos considerar que Calvino
nos presenta una sátira con Lotaria y sus alumnos que intelectualizan los
libros sin dejar cabida a las emociones.
“Estáis impacientes por ver resurgir de las cenizas este libro perdido,
pero tenéis que esperar a que las chicas y los jóvenes del colectivo se
distribuyan las tareas: durante la lectura tendrá que haber quien subraye los
reflejos del modo de producción, quien , los procesos de cosificación, quien,
la sublimación de lo reprimido, quien, los códigos semánticos del sexo, quien,
los metalenguajes del cuerpo”.
El Lector y la Lectora,(¿nosotros mismos quizá,
aludidos a lo largo de toda la obra?) lo que quieren, lo que desean, por lo que
se mueven de un lado a otro física y emocionalmente en esta novela es por LEER.
Cuando Lotaria y su grupo de alumnos diseccionan la obra, el lector se acerca,
alarga una mano y pide permiso para coger la novela que están analizando. Al darse cuenta de que falta la mayor
parte de la obra, se muestra contrariado.
Lotaria lo deja claro, no hace falta más “¿La continuación?... Oh, con esto tenemos ya para discutir
un mes. ¿No te basta?” le dice. El Lector es rotundo y claro “No era para
discutir, era para leer…” Y a
nosotros, lectores, ¿nos basta?.
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