jueves, 28 de abril de 2011

En el último azul (1995), de Carme Riera.




Grupo de “Leer juntos”. I.E.S. “Pirámide”, Jueves, 31 de Marzo de 2011.

La autora. Carme Riera nació en Mallorca en 1948. Es profesora de Literatura Española en la Universidad Autónoma de Barcelona, fruto de lo cual son, por ejemplo, sus investigaciones sobre los autores de la generación de los cincuenta, como La Escuela de Barcelona (Anagrama, 1988), estudio sobre la poesía de Carlos Barral, Gil de Biedma y José Agustín Goytisolo. Como narradora de ficción, irrumpió con la colección de cuentos Te deix, amor, la mar com a penyora (Te dejo el mar, 1974).
Han merecido especial reconocimiento sus dos novelas sobre los judíos mallorquines: Dins el darrer blau (En el último azul, 1994) y su continuación, Cap al cel obert (Por el cielo y más allá, 2000). La primera se centra en el proceso contra los criptojudíos, que tuvo lugar en Mallorca entre 1687 y 1691, que se saldó con cuatro autos de fe, en los que fueron ejecutadas 37 personas (tres de ellas quemadas vivas). La segunda, sigue el rastro de la familia Forteza, descendiente de una de las ejecutadas, Isabel Tarongí, en la Cuba de mediados del siglo XIX. Según la novelista, en el epílogo de Por el cielo y más allá, “[s]i En el último azul utilicé como recurso el relato bizantino, aquí me ha parecido oportuno servirme de las extraordinarias posibilidades del folletín, tan característico de la literatura del periodo en que la novela está ambientada, de ahí que el suspense sea, en parte, el motor de el texto” (2001: 451). Ambas novelas han sido traducidas, o reescritas, al castellano por su autora.
La situación de los judíos en España.
Nos cuenta la historia (Pérez, 1993) que la llegada de judíos a la península en grupos nutridos se retrotrae a la segunda destrucción del templo de Jerusalén, en año 70 después de Cristo. Pasaron bastante desapercibidos hasta la conversión del visigodo Recaredo al catolicismo (589), que desencadenó la presión sobre el colectivo, en un intento de utilizar la religión como factor de cohesión.
Por ello no es de extrañar que la invasión musulmana fuera bien recibida por la colectividad, que gozó de mayor tolerancia en al-Andalus, al menos hasta la llegada de los rigoristas almohades en el siglo XII, momento en el que se produjo una fuerte emigración al norte cristiano. En la zona cristiana se constituyeron en unidades jurídicas y administrativas dotadas de cierta autonomía, incluso para la impartición de justicia, denominadas aljamas, concepto que no se debe identificar con el de gueto, más moderno. Un delito frecuente en las aljamas es la traición a la antigua Ley, cometida por el llamado malsín, penada en ocasiones con la muerte.
Otro dato interesante, al hilo de esto: a raíz de la invasión musulmana, un 80% de la población hispanorromana se convierte a la nueva religión.
En el siglo XIV se desarrollan una serie de crisis económicas de las que se culpa a los judíos aunque no constituían una clase acomodada, sino que también fueron víctimas de la pobreza y el hambre. A raíz de este brote de intolerancia, y la persecución que se dispara en 1391, se convierten alrededor de 200.000 personas, generalmente de la élite cultural y económica de las aljamas. Se identifica así al judío como habitante de la ciudad (no olvidemos que nuestro vocablo “calle” viene del hebreo kahl, apellido frecuente en la colectividad). Ello explicaría la presencia posterior de conversos entre los intelectuales, los altos cargos eclesiásticos e incluso los recaudadores de impuestos, lo cual a su vez generó envidias.
A lo largo del XV se incrementa la presión sobre los judíos, que culmina, a finales de siglo, con el establecimiento de barrios cerrados, con controles y prohibiciones de salida. La persistencia en las prácticas religiosas desemboca en la Real Provisión que expulsa a la totalidad de la población de religión judía. A pesar de las muchas conversiones, en pocos días, salen del país alrededor de 50.000 personas. Se instaura así, tras la caída de Granada, una identificación entre rey, territorio y sociedad basada la unidad de fe. España no era el único caso: por ese u otros motivos, a comienzos del siglo XVI la presencia de judíos en Europa ya era mínima.
Los conversos fueron permanentes objetos de sospecha, refrendada muchas veces por la existencia real de criptojudíos. Esta sospecha desemboca en la paranoia de los estatutos de limpieza de sangre (necesarios para ocupar puestos de responsabilidad), donde de alguna manera se transforma la intolerancia religiosa en racismo biológico moderno, a la manera nazi. Baleares era una de las comunidades judías más numerosas e influyentes desde el punto de vista comercial. El judío balear era conocido como xueta, derivado de xuetó (‘judiíto’). Hace ya unos años, la historiadora norteamericana Angela Selke (1980) publica una investigación sobre el proceso a los chuetas que narra En el último azul.

Algunos conversos famosos: Fernando de Rojas (autor de La Celestina), Bartolomé de las Casas, Mateo Alemán (autor de la novela picaresca Guzmán de Alfarache), Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz Fray Luis de León, Luis de Góngora; posiblemente, también Miguel de Cervantes… El Gran Inquisidor, Torquemada.

La obra. Pros y contras de una novela histórica.
¿Cómo conjugar unos hechos investigados y archivados, con la capacidad de sugerencia que proporciona la ficción?
“Creo que en la versión original catalana se consigue que los diferentes registros lingüísticos fluyan con toda naturalidad, cosa que en castellano no me ha resultado nada facil reproducir”. ¿Qué añade el estilo literario a la prosa histórica?
“Curiosamente, lo más novelesco de mi narración coincide con los hechos documentados”, dice de la novela Por el cielo y más allá. Pero… ¿No hay mayor vitalidad en los personajes inventados que en los históricos? No olvidemos la fuerza Beatriu Mas, la Coixa, o la verosimilitud del virrey y su sobrino, Sebastiá Palou, o la enigmática poesía que rodea la existencia de los judíos italianos, Pere Onofre Aguiló y Blanca María Pires (y su encuentro sexual con Harts, y casi, con Joao Peres).
En el último azul no tiene (…) ninguna intención polémica. No pretende hurgar en viejas heridas ni abrir tampoco otras nuevas”. Entonces, ¿por qué se escribe la novela? ¿Se puede quedar bien con todos?

Otras novelas históricas en castellano, ambientadas en la que Américo Castro llamó “edad conflictiva”:
La gloria de don Ramiro (1908), escrita por el argentino Enrique Larreta según el estilo modernista entonces de moda, recrea la vida de un cínico personaje cercano a la picaresca, y de sus amores con una misteriosa morisca.
El hombre de la cruz verde (1970) de Segundo Serrano Poncela, relato de una investigación inquisitorial desde el punto de vista de Juan de Bracamonte, un ambiguo y cínico familiar del Santo Oficio, al que alude el título.
Extramuros (1978) de Jesús Fernández-Santos, una relación sexual entre dos monjas fingidoras de milagros.
1492: vida y tiempos de Juan Cabezón de Castilla (1985) del mejicano Homero Aridjis, la historia de un marinero de la carabela Santa María, en el contexto de las investigaciones inquisitoriales sobre conversos judaizantes.
El hereje (1998) de Miguel Delibes, sobre la vida del luterano Cipriano Salcedo en la Valladolid de Carlos V.


Referencias, para saber más…
Pérez, Joseph (1993): Historia de una tragedia. La expulsión de los judíos de España, Barcelona: Editorial Crítica.
Riera, Carme (2007): En el último azul, Madrid: Punto de lectura.
Riera, Carme (2001): Por el cielo y más allá, Barcelona: Alfaguara.
Selke, Angela (1980): Vida y muerte de los chuetas de Mallorca, Madrid: Taurus.


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