martes, 5 de abril de 2011

Jueves Poéticos

Este jueves poético del mes de marzo se lo hemos dedicado en exclusiva a las mujeres poetas. Aparte de la belleza de los mismos, hemos contado con varias colaboraciones dignas de mencionar: en primer lugar, las músicas Alba, Violeta y Ana. La primera tocó una pieza con el teclado en el primer recreo y las segundas ambientaron tanto la llegada del público al primer recital y el comienzo y final del segundo. Nos deleitaron con obras de Bach y Mozart, entre otros.
Entre los recitadores, se estrenó Paco Tudela con un numeroso grupo de alumnos y alumnas, quienes recitaron conjuntamente un poema de Teresa de Jesús. También se lanzó al escenario Álvaro, quien dedicó su poema al profesor Paco Tudela. A continuación recitaron los ya veteranos alumnos y alumnas de Pablo Alegre.
En el segundo recital, correspondiente al recreo de los mayores, contamos con la habitual colaboración de los alumnos y alumnas de Educación Especial y con el estreno de Emiliano de la Marta, administrativo de Secretaría.
Aquí os dejamos algunas fotos, aunque está pendiente de subir también el vídeo que grabaron nuestros colaboradores de Comunicación Audiovisual.


Algunos de los poemas leídos:

JUANA DE IBARBOUROU (1892-1979)

Juana Fernández Morales, conocida popularmente como Juana de Ibarbourou
Poeta uruguaya nacida en Melo en 1892. Desde muy joven empezó a publicar los primeros poemas bajo el seudónimo de Juanita de Ybar, los cuales fueron compilados en su primer libro, «Lenguas de Diamante», obra que la lanzó a la más resonante fama. Su estilo inicial fue apasionado y sensual dentro de la órbita modernista, vinculándose luego al vanguardismo. Su verso, con el paso del tiempo, ganó serenidad y melancolía, haciéndola alcanzar el Premio Nacional de Literatura en el año de 1959. Falleció en 1979.

LA HIGUERA

Porque es áspera y fea,
porque todas sus ramas son grises
yo le tengo piedad a la higuera.

En mi quinta hay cien árboles bellos:
ciruelos redondos,
limoneros rectos,
y naranjos de brotes lustrosos.

En las primaveras
todos ellos se cubren de flores
en torno a la higuera.
Y la pobre parece tan triste
con sus gajos torcidos, que nunca
de apretados capullos se viste…

Por eso,

cada vez que yo paso a su lado
digo, procurando
hacer dulce y alegre mi acento:
«Es la higuera el más bello
de los árboles todos del huerto.»

Si ella escucha,
si comprende el idioma en que hablo,
¡qué dulzura tan honda hará nido
en su alma sensible de árbol!

Y tal vez, a la noche,
cuando el viento abanique su copa,
embriagada de gozo le cuente:
¡Hoy a mí me dijeron hermosa!


TERESA DE JESÚS (1515-1582)

Teresa de Jesús. Se llamaba Teresa Sánchez de Cepeda Dávila y Ahumada, aunque generalmente usó el nombre de Teresa de Ahumada hasta que comenzó la reforma, cambiando entonces su nombre por Teresa de Jesús.

VIVO SIN VIVIR EN MÍ



Vivo sin vivir en mí,
y tan alta vida espero,
que muero porque no muero.

Glosa

Aquesta divina unión
del amor con que yo vivo,
hace a Dios ser mi cautivo,
y libre mi corazón;
mas causa en mí tal pasión
ver a Dios mi prisionero,
que muero porque no muero.

¡Ay! ¡Qué larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros,
esta cárcel y estos hierros
en que el alma está metida!
Sólo esperar la salida
me causa un dolor tan fiero,
que muero porque no muero.

¡Ay! ¡Qué vida tan amarga
do no se goza al Señor!
Y si es dulce el amor,
no lo es la esperanza larga;
quíteme Dios esta carga,
más pesada que el acero,
que muero porque no muero.

Sólo con la confianza
vivo de que he de morir;
porque muriendo el vivir
me asegura mi esperanza:
muerte do el vivir se alcanza,
no te tardes que te espero,
que muero porque no muero.

Mira que el amor es fuerte;
vida, no seas molesta;
mira que sólo te resta,
para ganarte, perderte;
venga ya la dulce muerte,
venga el morir muy ligero,
que muero porque no muero.


Aquella vida de arriba
es la vida verdadera;
hasta que esta vida muera
no se goza estando viva;
muerte, no seas esquiva;
vivo muriendo primero,
que muero porque no muero.

Vida, ¿qué puedo yo darle
a mí Dios que vive en mí,
sí no es mejor perderte a ti,
para mejor a El gozarle?
Quiero muriendo alcanzarle,
pues a El solo es al que quiero,
que muero porque no muero.

Estando ausente de Ti,
¿qué vida puedo tener?
sino muerte padecer
la mayor que nunca vi.;
Lástima tengo de mí,
por ser mi mal tan entero
que muero porque no muero.

El pez que del agua sale
aun de alivio no carece,
a quíen la muerte padece
al fin la muerte le vale:
¿Qué muerte habrá que se iguale
a mi vivir lastimero?
que muero porque no muero.

Cuando me empiezo a aliviar
viéndote en el Sacramento,
me hace más sentimiento
el no poderte gozar;
todo es para más penar
por no verte como quiero,
que muero porque no muero.

Cuando me gozo, Señor,
con esperanza de verte,
viendo que puedo perderte
se me dobla mi dolor:
viviendo en tanto pavor,
y esperando como espero,
que muero porque no muero.

Sácame de aquesta muerte,
mí Dios, y dame la vida,
no me tengas impedida
en ese lazo tan fuerte:
mira que muero por verte,
y vivir sin Ti no puedo,
que muero porque no muero.

Lloraré mí muerte ya,
y lamentaré mi vida,
en tanto que detenida
por mis pecados está.
¡Oh mi Dios!, ¿cuándo será
cuando yo diga de vero
que muero porque no muero?





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