sábado, 29 de septiembre de 2018

UN NUEVO CURSO HA COMENZADO Y LO HEMOS HECHO A LO GRANDE

Damos la bienvenida al nuevo curso 2018/2019 y como primer plato, os dejamos aquí el relato de uno de nuestros grandes afanes del curso pasado y que ha visto la luz este mes de septiembre. 


“Felices casualidades”

De cómo llegó y cómo se convirtió  la Bibliotea Ángel Ramírez en  espacio Ángel Ramírez en la biblioteca del IES Pirámide. 
           
Se acabó agosto. Vuelta al centro tras los dos largos meses de verano, que siempre se nos hacen cortos.

Hacía dos  meses que nos habíamos dicho feliz verano tras las evaluaciones, reclamaciones, memorias, claustro, y comida en el pinar. Había sido un final de curso bastante llevadero en cuanto al calor, tras una de las primaveras más lluviosas y más coloridas de los últimos tiempos. Por fín los embalses a rebosar y los ríos recobrando la razón de su nombre. A muchos no les iba a volver a ver hasta septiembre. A los compañeros del equipo directivo o a los habituales de la piscina, seguro que sí. ¡Pobre Macario! Quedaban aún bastantes libros por catalogar de la Biblioteca Ángel Ramírez y decisiones que tomar en relación a la decoración.


Como era de esperar, llegó el calor a saco y durante el mes de julio era difícil soportar las altas temperaturas en nuestra soleada biblioteca y el vetusto ventilador no daba abasto a refrescar los ríos de sudor mientras catalogaba y etiquetaba los libros pendientes y que me había prometido terminar.  

Junto con Mario Escario, Juan Mainer, Fernando Salamero  y el resto de compañeros del Seminario de Matemáticas que ahora lleva el nombre de Ángel Ramírez, se fueron adoptando las decisiones en relación a la fecha para la inauguración de la biblioteca, pendientes de la publicación del libro sobre nuestro querido compañero y amigo Ángel,  que Carlos Usón se hallaba ultimando. También estábamos pendientes de las posibilidades de que la hija de Ángel pudiera viajar desde París y estar presente en los actos, pero esta posibilidad cada vez era más remota dado su avanzado estado de gestación.

La vuelta tras el mes de agosto este año era el día 3, es decir, que aún nos regalaba el calendario dos días más de vacaciones y, aún así, se nos habían hecho cortas de nuevo . A pesar de esta sensación apenas compartida fuera del mundo docente o con las compañeras del servicio de limpieza, en mi caso, el reencuentro siempre es sonriente y de celebración del tiempo de descanso, viajes y también lecturas. Se nos nota en la cara.

Sin embargo, este curso comenzábamos también con la tragedia del accidente de montaña sufrido por nuestro compañero de mantenimiento Javier Sierra. Muchos descubríamos en su funeral su gran afición por la montaña y el gran respeto y reconocimiento que se había granjeado entre sus compañeras y compañeros de Peña Guara. Muchos otros aspectos  se destacaron de Javier Sierra que yo desconocía, a pesar de llevar muchísimos años compartiendo centro y habiendo dado clase a su hijo. Mi relación con Javier fue siempre cordial y no recuerdo ni un solo día en el que el saludo no fuera acompañado por una sonrisa suya.

Tras los exámenes y evaluaciones del alumnado con materias pendientes, había que correr para ultimar los preparativos de la inauguración de la biblioteca. Los pintores ya la habían pintado del color azul que habíamos elegido;  casi todos los libros estaban bien colocados, los carteles pegados y la cenefa del cristal, deslumbrante. Había que terminar de ordenar libros desplazados de nuestra biblioteca y terminar de llevarnos esos montones de libros de texto acumulados durante años cuyo tiempo de custodia había llegado a su fin. De nuevo, la colaboración de muchos compañeros y compañeras del claustro, como ya había ocurrido a finales de junio, acarreando libros de aquí para allá, nos permitió estar a punto para la tan esperada inauguración la tarde del viernes 14 de septiembre . Juanjo Ruíz estaba tan nervioso que no se movía casi de la biblioteca, mirando hacia la sala de Ángel Ramírez, dialogando con él pensaba yo, recibiendo su inspiración e inundándose de emociones que apenas le dejaban articular palabra, y eso que era quien tenía que presentar el acto. ¡Cuánto lloró y cuánto lloramos muchas de las personas que acudimos al acto! Era curioso que tras tantos días de estar colocando libros, entrando y saliendo del nuevo espacio o viendo lo bien que habían quedado las fotos de Ángel, no había tenido tiempo para imaginarme cuál podía ser el efecto que iba a causar sobre la familia y sus amigos íntimos y más allegados. Era como si entraran en un santuario: “¡está él!” “¡es preciosa!”, comentaban entre lágrimas, entrecortadamente. Ana Barbanera Ramírez finalmente no pudo viajar, pero Juanjo y Fernando Salamero se las apañaron para que pudiera estar presente a través de una videoconferencia.












Juanjo daba comienzo al acto en el altillo de la biblioteca algo pasadas las 6,30, ante un numeroso público. Hacía bastante calor y había mucha emoción a flor de piel.  Tras una breve presentación, Juanjo conectaba con Ana. Su presencia virtual y la presencia real de las hermanas, cuñado y una sobrina de Ángel, así como la del hijo de María Jesús Buil, la compañera de Ángel que también murió en el trágico accidente que les arrebató la vida,  con quien había compartido tantas inquietudes y luchas; la presencia de muchas  amigas y amigos, compañeros de matemáticas o de sindicato, u otros grupos vinculados a la educación y la acción social que caracterizaron la vida de Ángel, era un reflejo de las muchas facetas que Ángel  desarrolló a lo largo de su vida. Ana Valvanera Ramírez, nos contó cómo  el único interés por lo material que tenía su padre eran “los libros” y nos habló de  la gran diversidad de temas por los que tenía interés y de la que da bien cuenta su biblioteca. Ana agradeció al IES Pirámide el haber acogido la biblioteca que ella ha querido donar a la Escuela Pública, a cuya defensa tanto esfuerzo y empeño dedicó su padre. Fue Fernando Mur quien habló en nombre del centro, agradeciendo a su vez el que por este motivo, sea precisamente el IES Pirámide el que mayor uso vaya a poder hacer de dicho legado.


La biblioteca de Ángel Ramírez consta de 2860  ejemplares catalogados hasta el momento de la inauguración, a la espera de que Carlos Usón nos traiga los que le han servido de referencia para el libro homenaje a Ángel que ya forma parte también de la biblioteca. Desde el punto de vista  de una  biblioteca, llama la atención el hecho de que encontremos libros de todas las materias, desde obras de carácter general correspondientes al número 0 en el Sistema de Clasificación Decimal Universal, hasta el 9, con más de 400 libros de narrativa, entre novelas, cuentos y memorias,  270 libros de poesía y también unos cuantos libros de teatro. Siendo profesor de matemáticas, no podían faltar los libros correspondientes al apartado 51, donde encontramos 150 ejemplares. Pero el verdadero carácter humanista de la biblioteca, lo encontramos en los 140 libros de filosofía, más de 70 de teología y religión, donde el islam y el cristianismo son las predominantes; 70 libros sobre arte mudéjar y arte islámico, así como más de 300 ejemplares de libros de las diversas ciencias sociales. Entre las  colecciones de revistas, nos encontramos el mismo carácter universal, desde Revistas científicas como Llull y Summa, hasta Triunfo, El Viejo Topo, Andalán y Revistas de Arte, Viajes o Educación, como Cuadernos de Pedagogía. Destacables son también todos sus cuadernos de trabajo y las carpetas de recopilación de textos y materiales. Entre ellos, hay que reconocer en Ángel Ramírez, un gran defensor de la Coeducación desde los orígenes y su sincera y encomiable preocupación por la Igualdad entre mujeres y hombres en todos los ámbitos. Por último, la biblioteca muestra también algunos de los juegos y recursos matemáticos que utilizaba con el alumnado, así como algunos de sus diarios. 












La ingente tarea que nos encomendó Ana Barbanera cuando legaba la biblioteca al Seminario de matemáticas fundado por su padre  y que desde el IES Pirámide y el grupo biblioteca asumíamos sin saber muy bien cómo íbamos a poder cumplir, se ha visto finalmente realizada gracias a la conjunción de una serie de felices casualidades y, sobre todo, magnífica disposición por parte de muchas personas.

Las casi 50 cajas embaladas que contenían los libros fueron trasladados por varios compañeros y amigos de Ángel y por el personal de mantenimiento del centro. Carlos e Iñaki hicieron muchos viajes para alojarlos en el lateral donde estarían esperando poder ser registrados y catalogados. También fueron visitadas las cajas por algunos ratones de biblioteca que se interesaron por tanto manjar. ¡Menos mal que llegamos a tiempo!

La ubicación la decidimos pronto, dado que la parte superior de la biblioteca había que descartarla por las dificultades de accesibilidad y de protección que planteaban. El lateral izquierdo de lo que conocemos internamente como “la pecera”, era el que tenía menos libros de nuestra biblioteca y donde se encontraban esos libros de texto que se iban descartando en los departamentos. Era difícil calcular cuánto podía ocupar la nueva biblioteca, pero nuestros cálculos nos decían que ése era el lugar. Los deseos de los herederos de la nueva biblioteca eran que se mantuviera toda en un mismo lugar y separada del resto de los libros de la biblioteca del Pirámide. Para ello no sólo había que delimitar claramente el espacio, sino también los propios libros, ya que al ser prestados debíamos asegurarnos de que tras la devolución, no hubiera confusión al colocarnos de nuevo y se intercalaran en los estantes con el resto de libros. Sólo una etiqueta diferente podía evitar esta confusión. El color de la etiqueta lo decidimos tras dudar entre el rojo y el verde, mas el verde, como  color que representa la Marea Verde en defensa de la Escuela Pública,  se impuso sobre el color rojo que tanto simbolizaba también para Ángel. Encargamos  un sello nuevo  con el que estampar “Biblioteca Ángel Ramírez” en todos los libros suyos y se  decidió registrar  a mano todos y cada uno de estos libros con las siglas BAR en el apartado de “procedencia”. La catalogación la iba a realizar fundamentalmente Ernesto Pozo, educador de residencia con horario de atención a biblioteca por las mañanas y conocedor del sistema Abies,  de tal manera que entre él y yo podíamos ir resolviendo dudas conjuntamente y avanzar en la ardua tarea de catalogación de casi 3000 libros. Quiso el destino que Gemma Virgós, compañera ya jubilada del departamento de Lengua y Literatura, decidiera solicitar el ser profesora-jubilada colaboradora precisamente de nuestra biblioteca y, como amante de los libros que es, se implicó en esta aventura que nos ha tenido atrapados hasta el día de la inauguración. Gemma registraba o etiquetaba y,  como nos ha pasado a todos los que nos hemos acercado a los libros de Ángel, también se maravillaba de los tesoros que descubría. El trabajo en cadena se fue intercalando perfectamente entre el resto de tareas que se realizan en la biblioteca de manera habitual durante el curso : catalogar las nuevas adquisiciones de libros para la biblioteca del Pirámide, las actividades de formación de usuarias y usuarios, los préstamos, la recolocación de los libros de las estanterías exteriores, la atención al alumnado durante los recreos que llena la sala, utilizando los ordenadores, los tableros y piezas  de ajedrez, que busca libros o que realiza deberes y hace consultas, los encuentros con autores o los Miércoles Poéticos. Gemma asumió también el hacerse cargo de que las fotocopias de las poesías del Programa de Poesía para llevar en el que participábamos por primera vez estuvieran cada miércoles desde el primer recreo en los dos dispensadores habilitados para ello. También se implicó en los Miércoles Poéticos y en ir colocando semanalmente las Poesías de la Agenda de 365 Pájaros, estación tras estación.



De lo que no me cabe ninguna duda es de que sin Ernesto y Gemma, habría sido imposible que hoy tuviéramos ya perfectamente disponible los libros de la biblioteca Ángel Ramírez.

Ya sólo nos resta hacer la migración definitiva al nuevo  programa de gestión de bibliotecas escolares  AbiesWeb y que se pueda consultar desde cualquier dispositivo con Internet este maravilloso legado que custodiamos ahora en nuestra querida Pirámide. En ello estamos.









Charo Ochoa, en su último curso de responsable de la biblioteca escolar del IES Pirámide.





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