LO INEVITABLE ANDA ENTRE NOSOTROS:
Hoy, precisamente hoy, 19 de marzo, es el día del padre y
precisamente por eso hoy quiero dedicarle esta disertación a él. Este donde
este espero que se sienta orgulloso de mi trabajo, al igual que espero, Charo,
que a ti te agrade. Bueno, como todo en esta vida, tendré que empezar por el
principio y aunque mi tema sea la muerte y esta sea sinónimo de fin, también
tiene un comienzo. La gente teme a la muerte, y lo que la mayoría de personas
desconoce es que ya han vencido a esta una vez, pues morir significa no existir
y con nuestro nacimiento demostramos
existir y demostramos ganarle a la muerte. Es una pena que la gente en vez de
saber eso solo se fije en la idea de que al cabo de nuestra vida, la muerte
acabe venciéndonos, es más, como Fernando Savater decía: “Lo característico de
la muerte es que nunca podemos alejarnos de su imperio; aunque a veces no sea
probable, la muerte siempre es posible”: (pág.31 ‘Las preguntas de la vida’) Y
tiene toda la razón del mundo, siempre podemos morir, somos humanos mortales,
nos caracteriza el hecho de que podamos morir en vez de vencer a la muerte para
ser inmortales, pero a pesar de todo esto, de esta certeza de que conozcamos
cómo será nuestro final, la filosofía ha desarrollado miles de perspectivas respecto
a esto, tanto positivas como negativas. Las perspectivas positivas, es decir,
las que nos ayudan a dejar de temer a la muerte y a dejar de tenerla en la
mente constantemente para entregar nuestro tiempo a lo que realmente nos haga
feliz, se observa muy bien en la novela “La joven de las naranjas” de Jostein
Gaarder: “El que nunca vive el momento, no vive nunca”. Te impulsa a
recapacitar en que aproveches al máximo tu tiempo en vida para realizar la
acción que se nos da al nacer: vivir. Cierto es que este libro plantea un
enigma bastante difícil acerca de elegir existir o no hacerlo. Pero también
sabemos: “No solo tenemos un lugar en la vida. También tenemos un tiempo” (pág
63) y esto es lo que lleva a plantearnos el enigma anterior, porque somos
humanos que pendemos del hilo de la vida y que a lo largo del tiempo este se va
debilitando hasta que al final se rompe, lo que ocasiona que tengas que dejar
aquí todo lo que tenías, todo lo que te hacia feliz y, tengas que dejar aquí
a personas sufriendo por ti, porque como
bien sentenció Sartre, la muerte no es problema del que muere, sino de los que
se quedan en vida sufriendo esa pérdida. Pero, por muy impensable que parezca,
por muy negro que se vea el túnel de la vida que nos conduce a la muerte, hay
que vencer ese miedo, como el protagonista de la novela que elige existir y
vivir a no haberlo hecho nunca. Es duro que a lo largo de la vida tengas que
morir y dejar atrás muchas cosas, pero piensa que fueron estas cosas las que te
hacían feliz y las que te daban la vida y por eso hay que exprimir al máximo el
tiempo que tenemos para que, una vez que nos llegue la hora de morir, no
podamos pensar en que hemos desaprovechado ese tiempo pensando en nuestros últimos
días. “El soñar con algo improbable tiene un nombre, lo llamamos esperanza”. (pág
141). Hay que vivir con la esperanza de que no tenemos que dejar escapar ni un
solo segundo, la vida no nos pasa por delante, nos sucede. Volviendo a lo
anterior, como he dicho, hay
perspectivas positivas y negativas, bien pues yo quiero intentar mostrar
que a pesar de todas las negativas que haya, estas siempre desembocan en una
positiva. Pues no podemos estar sufriendo todo el tiempo de nuestra vida, no
hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo aguante.
Mi teoría la podemos observar en la película “Un puente hacia Terabithia” de
Gabor Csupo. En la escena en la que el protagonista, Jess, se entera de la desafortunada muerte de su mejor
amiga. Observamos cómo al principio todo es rabia, ira ,dolor al saber que ya
no está. Incrédulo, Jess regresa a
Terabithia en busca de Leslie ya que no da crédito a que su amiga haya muerto, a que la luz de su rostro ya no brille más, a
que la reina de su reino ya no pueda sentarse en el trono que hay junto al suyo.
Todo es negativo, todo él resulta doloroso, por el momento sólo ve desgracia,
soledad y rabia, pero como he dicho antes, esta mala perspectiva, en la que
sólo vemos lo negativo , desemboca en una positiva, dejando un margen de tiempo
como medicina para curar la herida. Jess recuerda a Leslie, lo que al principio
veía como fuente de ira , ahora lo ve como consuelo, consuelo porque cada vez
que la recuerda, la recuerda feliz y se siente orgulloso por ello, porque él
sabia hacerla feliz y juntos sabían disfrutar el momento disfrutar de la magia
de la vida y es por eso que decide compartir esa magia con su hermana pequeña.
Sabiendo que encerrándose en el dolor ya no conseguiría nada, pero abriéndose
de nuevo a la vida ofrece de nuevo felicidad, esta vez a su hermana. Es así como
yo lo he visto, y es así como sigo pensando, no hay que sufrir por la muerte si
todo el tiempo que tuviste en vida fue el mejor y fue aprovechado.
Otra vez pienso lo mismo al escuchar la canción que elegí para este ensayo: “Mi lamento”,
Dani Martín:
-Hoy me quedan tus momentos
Eres la cara más bonita que habrá,
Tenerte cerca ha sido el premio,
El más grande que he llegado a alcanzar.
Por mucho que duela una pérdida, con el tiempo hay que saber
encontrar el consuelo en tener la suerte de haber compartido tiempo de nuestra
vida con esas personas. Saber que aunque
ya no esté, siempre lo vas a recordar y el recuerdo de verle feliz es el que
hace que sonrías al recordarlo así. Como dice la canción, te quedan sus momentos, aliméntate de ellos y sigue le
ejemplo de que esa persona vivió feliz.
Por último sólo quiero añadir que ojalá todas las personas vivieran
eternamente y ojalá todas las que se quedan aquí fueran capaces de ver como yo,
que aunque su cuerpo no esté, su alma es eterna. Haz su alma eterna y haz que
esas personas que ya no están sigan contigo, en tu corazón, ayudándote a vivir. (Andrea Cristina Palacín)
(curso 2011-2012)
(curso 2011-2012)
¿TIENES MIEDO A LA
MUERTE?
¡Aaah!
¿Dónde estoy? Uff… en mi habitación, sólo ha sido una pesadilla. Odio no
acordarme de lo que sueño… ¡ah sí! Me moría… Esto de hacer la disertación de
filosofía sobre la muerte me está estresando. Yo sólo elegí ese tema porque me
parecía interesante aprender más cosas sobre ella, ¡pero he llegado a los
extremos de incluso soñar con ella! Es verdad, algún día me tendré que morir,
bueno, nos tendremos que morir todos. Toda vida empieza y acaba… ¿pero cuándo
acabará la mía? No debo pensar que por el hecho de ser joven la muerte está más
lejana, porque siempre está allí, acechando. Y si me muriera ahora, ¿dónde
iría? El cristianismo nos cuenta que cuando muramos iremos al cielo, peor otros
piensan que nos esperan las tinieblas. Ayer leí una cita en el libro “Las preguntas de la vida” de Fernando
Savater que decía “Si puede decirse que la vida es sueño, como planteó Calderón
de la Barca en una famosa obra teatral, aún con mayor razón cabe sostener que
la llamada otra vida -la que habría más allá de la muerte- está también
inspirada por nuestra facultad de soñar” (Página 39). Y es que es así, cuando
muere una persona muere ella, no los demás, y por eso nosotros no sabemos qué
hay más allá de la muerte y por ello debemos imagina y soñar lo que habrá.
Espero que haya una gran paz, porque si no… ¡no quiero morirme!
También
por la tarde escuché una canción de Erik Clapton dedicada a la muerte de su
hijo, de tan solo cinco años. Erik piensa que tras la muerte hay luz y que te
espera paz en el cielo. Sobre todo una de las estrofas, “Beyond the door
there’s peace. I’m sure and I know there’ll be no more tears in heaven”, nos muestra
con claridad esto. Sin embargo, al acabar
de leer “La muerte de Ivan Ilich” de
León Tolstoi, me doy cuenta de que muestra otra forma de verlo. Ivan Ilich
tiene un gran miedo a la muerte, ya que piensa que tras ella hay solo
tinieblas. Por ejemplo, esto se ve en la cita de la página 54 “¿Qué me ocurrirá
cuando no exista? No pasará nada. ¿Dónde estaré cuando no exista? ¿La muerte?
No, no la quiero.” La rechaza por el miedo que siente, pero al final siente un
sentimiento aún mayor que ese miedo, la lástima por los que le rodean, ya que
su presencia les hace sufrir. En la página 80-81 hay una cita, “Buscaba sin
poderlo encontrar su anterior y habitual miedo a la muerte. ¿Dónde está? ¿Qué
muerte? No sentía miedo alguno porque no había muerte. En vez de la muerte era
luz”, en la que vemos que la muerte ya no le parece tan espantosa, y por fin
decide soltar las cadenas que le mantenían atado a la vida y dejarse morir
porque sabe que ya ha acabado su tiempo.
Este
miedo también lo siento el protagonista de la película “Muerte en Venecia” dirigida por Luchino Visconti, ya que incluso
intenta huír de Venecia cuando se entera de que está asolada por el cólera. Sin
embargo, en la escena en la que vuelve a Venecia tras enterarse de que han
perdido su baúl vemos que está feliz, porque en ese contratiempo ha visto una
señal de que su tiempo se ha acabado y que debe volver allí junto a su amado
Tadzio. Hay una cita de la película en la que vemos muy bien este paso del
tiempo con la metáfora de un reloj de aren: “El conducto a través del cual cae
la arena es tan estrecho que aparentemente el nivel del vaso superior permanece
igual, no cae. Sólo un buen rato después se da uno cuenta de que la arena ha
ido cayendo, grano a grano, inexorablemente hasta colmar el vaso inferior.
Entonces ya nada importa, se ha cumplido el tiempo, y no queda un minuto para
pensar”. En esta película también vemos como el protagonista (Gustav von
Ascenback) muere solo, ya que se ha alejado de toda su vida anterior que le
causaba tantos nervios. Volviendo a la novela “La muere de Ivan Ilich”, vemos como la muerte de Ivan Ilich
también es solitaria, porque su familia y todos los que habían sido sus
“amigos” no están con él. Sölo su mujer y su hijo están ahí, pero la mujer sólo
porque desea que su marido muera ya para dejar de sufrir ella. Además de la
mujer, los demás personajes del libro también desean su muerte para así
conseguir algo, ya sea dinero, un ascenso,… y todos están felices de que sea
Ivan quien vaya a morir, porque eso significa que no les toca aún a ellos (cita
en la página 18: “El hecho mismo de la muerte de un hombre a quien conocían de
cerca había provocado en todos ellos, como siempre ocurre, un sentimiento de
alegría, pensar que había muerto otro y no ellos mismos”)
¿Has
visto cuánto se puede reflexionar desde un simple sueño? Ahora que suena el
despertador me doy cuenta de todo lo que he aprendido, cómo la muerte es
personal, necesaria y totalmente inexorable. Ahora cuando escuche hablar de
ella no la veré como algo tan extraño, sino como simplemente un fin, un fin de
la vida. ¿Dónde iremos cuando muramos? Quién sabe, pero por ello hay que aprovechar
la vida que se nos ha dado y dejar que de momento la muerte sea sueño.
Ahora
que me doy cuenta… ¡ya tengo disertación! Ahora toca escribirla…
(Elena Julián) (curso 2011-2012)
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