sábado, 26 de enero de 2013

Disertaciones Filosóficas sobre la Muerte




LO INEVITABLE ANDA ENTRE NOSOTROS:


Hoy, precisamente hoy, 19 de marzo, es el día del padre y precisamente por eso hoy quiero dedicarle esta disertación a él. Este donde este espero que se sienta orgulloso de mi trabajo, al igual que espero, Charo, que a ti te agrade. Bueno, como todo en esta vida, tendré que empezar por el principio y aunque mi tema sea la muerte y esta sea sinónimo de fin, también tiene un comienzo. La gente teme a la muerte, y lo que la mayoría de personas desconoce es que ya han vencido a esta una vez, pues morir significa no existir y con  nuestro nacimiento demostramos existir y demostramos ganarle a la muerte. Es una pena que la gente en vez de saber eso solo se fije en la idea de que al cabo de nuestra vida, la muerte acabe venciéndonos, es más, como Fernando Savater decía: “Lo característico de la muerte es que nunca podemos alejarnos de su imperio; aunque a veces no sea probable, la muerte siempre es posible”: (pág.31 ‘Las preguntas de la vida’) Y tiene toda la razón del mundo, siempre podemos morir, somos humanos mortales, nos caracteriza el hecho de que podamos morir en vez de vencer a la muerte para ser inmortales, pero a pesar de todo esto, de esta certeza de que conozcamos cómo será nuestro final, la filosofía ha desarrollado miles de perspectivas respecto a esto, tanto positivas como negativas. Las perspectivas positivas, es decir, las que nos ayudan a dejar de temer a la muerte y a dejar de tenerla en la mente constantemente para entregar nuestro tiempo a lo que realmente nos haga feliz, se observa muy bien en la novela “La joven de las naranjas” de Jostein Gaarder: “El que nunca vive el momento, no vive nunca”. Te impulsa a recapacitar en que aproveches al máximo tu tiempo en vida para realizar la acción que se nos da al nacer: vivir. Cierto es que este libro plantea un enigma bastante difícil acerca de elegir existir o no hacerlo. Pero también sabemos: “No solo tenemos un lugar en la vida. También tenemos un tiempo” (pág 63) y esto es lo que lleva a plantearnos el enigma anterior, porque somos humanos que pendemos del hilo de la vida y que a lo largo del tiempo este se va debilitando hasta que al final se rompe, lo que ocasiona que tengas que dejar aquí todo lo que tenías, todo lo que te hacia feliz y, tengas que dejar aquí a  personas sufriendo por ti, porque como bien sentenció Sartre, la muerte no es problema del que muere, sino de los que se quedan en vida sufriendo esa pérdida. Pero, por muy impensable que parezca, por muy negro que se vea el túnel de la vida que nos conduce a la muerte, hay que vencer ese miedo, como el protagonista de la novela que elige existir y vivir a no haberlo hecho nunca. Es duro que a lo largo de la vida tengas que morir y dejar atrás muchas cosas, pero piensa que fueron estas cosas las que te hacían feliz y las que te daban la vida y por eso hay que exprimir al máximo el tiempo que tenemos para que, una vez que nos llegue la hora de morir, no podamos pensar en que hemos desaprovechado ese tiempo pensando en nuestros últimos días. “El soñar con algo improbable tiene un nombre, lo llamamos esperanza”. (pág 141). Hay que vivir con la esperanza de que no tenemos que dejar escapar ni un solo segundo, la vida no nos pasa por delante, nos sucede. Volviendo a lo anterior, como he dicho, hay  perspectivas positivas y negativas, bien pues yo quiero intentar mostrar que a pesar de todas las negativas que haya, estas siempre desembocan en una positiva. Pues no podemos estar sufriendo todo el tiempo de nuestra vida, no hay  mal  que dure cien años, ni cuerpo que lo aguante. Mi teoría la podemos observar en la película “Un puente hacia Terabithia” de Gabor Csupo. En la escena en la que el protagonista, Jess, se  entera de la desafortunada muerte de su mejor amiga. Observamos cómo al principio todo es rabia, ira ,dolor al saber que ya no está.  Incrédulo, Jess regresa a Terabithia en busca de Leslie ya que no da crédito a que su amiga haya muerto, a  que la luz de su rostro ya no brille más, a que la reina de su reino ya no pueda sentarse en el trono que hay junto al suyo. Todo es negativo, todo él resulta doloroso, por el momento sólo ve desgracia, soledad y rabia, pero como he dicho antes, esta mala perspectiva, en la que sólo vemos lo negativo , desemboca en una positiva, dejando un margen de tiempo como medicina para curar la herida. Jess recuerda a Leslie, lo que al principio veía como fuente de ira , ahora lo ve como consuelo, consuelo porque cada vez que la recuerda, la recuerda feliz y se siente orgulloso por ello, porque él sabia hacerla feliz y juntos sabían disfrutar el momento disfrutar de la magia de la vida y es por eso que decide compartir esa magia con su hermana pequeña. Sabiendo que encerrándose en el dolor ya no conseguiría nada, pero abriéndose de nuevo a la vida ofrece de nuevo felicidad, esta vez a su hermana. Es así como yo lo he visto, y es así como sigo pensando, no hay que sufrir por la muerte si todo el tiempo que tuviste en vida fue el mejor y fue aprovechado.
Otra vez pienso lo mismo al escuchar la  canción que elegí para este ensayo: “Mi lamento”, Dani Martín:

-Hoy me quedan tus momentos
Eres la cara más bonita que habrá,
Tenerte cerca ha sido el premio,
El más grande que he llegado a alcanzar.

Por mucho que duela una pérdida, con el tiempo hay que saber encontrar el consuelo en tener la suerte de haber compartido tiempo de nuestra vida con esas personas. Saber que  aunque ya no esté, siempre lo vas a recordar y el recuerdo de verle feliz es el que hace que sonrías al recordarlo así. Como dice la canción, te quedan  sus momentos, aliméntate de ellos y sigue le ejemplo de que esa persona vivió feliz.  Por último sólo quiero añadir que ojalá todas las personas vivieran eternamente y ojalá todas las que se quedan aquí fueran capaces de ver como yo, que aunque su cuerpo no esté, su alma es eterna. Haz su alma eterna y haz que esas personas que ya no están sigan contigo, en tu corazón, ayudándote a vivir. (Andrea Cristina Palacín)
(curso 2011-2012)









¿TIENES MIEDO A LA MUERTE?


¡Aaah! ¿Dónde estoy? Uff… en mi habitación, sólo ha sido una pesadilla. Odio no acordarme de lo que sueño… ¡ah sí! Me moría… Esto de hacer la disertación de filosofía sobre la muerte me está estresando. Yo sólo elegí ese tema porque me parecía interesante aprender más cosas sobre ella, ¡pero he llegado a los extremos de incluso soñar con ella! Es verdad, algún día me tendré que morir, bueno, nos tendremos que morir todos. Toda vida empieza y acaba… ¿pero cuándo acabará la mía? No debo pensar que por el hecho de ser joven la muerte está más lejana, porque siempre está allí, acechando. Y si me muriera ahora, ¿dónde iría? El cristianismo nos cuenta que cuando muramos iremos al cielo, peor otros piensan que nos esperan las tinieblas. Ayer leí una cita en el libro “Las preguntas de la vida” de Fernando Savater que decía “Si puede decirse que la vida es sueño, como planteó Calderón de la Barca en una famosa obra teatral, aún con mayor razón cabe sostener que la llamada otra vida -la que habría más allá de la muerte- está también inspirada por nuestra facultad de soñar” (Página 39). Y es que es así, cuando muere una persona muere ella, no los demás, y por eso nosotros no sabemos qué hay más allá de la muerte y por ello debemos imagina y soñar lo que habrá. Espero que haya una gran paz, porque si no… ¡no quiero morirme!
También por la tarde escuché una canción de Erik Clapton dedicada a la muerte de su hijo, de tan solo cinco años. Erik piensa que tras la muerte hay luz y que te espera paz en el cielo. Sobre todo una de las estrofas, “Beyond the door there’s peace. I’m sure and I know there’ll be no more tears in heaven”, nos muestra con claridad esto. Sin embargo, al acabar de leer “La muerte de Ivan Ilich” de León Tolstoi, me doy cuenta de que muestra otra forma de verlo. Ivan Ilich tiene un gran miedo a la muerte, ya que piensa que tras ella hay solo tinieblas. Por ejemplo, esto se ve en la cita de la página 54 “¿Qué me ocurrirá cuando no exista? No pasará nada. ¿Dónde estaré cuando no exista? ¿La muerte? No, no la quiero.” La rechaza por el miedo que siente, pero al final siente un sentimiento aún mayor que ese miedo, la lástima por los que le rodean, ya que su presencia les hace sufrir. En la página 80-81 hay una cita, “Buscaba sin poderlo encontrar su anterior y habitual miedo a la muerte. ¿Dónde está? ¿Qué muerte? No sentía miedo alguno porque no había muerte. En vez de la muerte era luz”, en la que vemos que la muerte ya no le parece tan espantosa, y por fin decide soltar las cadenas que le mantenían atado a la vida y dejarse morir porque sabe que ya ha acabado su tiempo.
Este miedo también lo siento el protagonista de la película “Muerte en Venecia” dirigida por Luchino Visconti, ya que incluso intenta huír de Venecia cuando se entera de que está asolada por el cólera. Sin embargo, en la escena en la que vuelve a Venecia tras enterarse de que han perdido su baúl vemos que está feliz, porque en ese contratiempo ha visto una señal de que su tiempo se ha acabado y que debe volver allí junto a su amado Tadzio. Hay una cita de la película en la que vemos muy bien este paso del tiempo con la metáfora de un reloj de aren: “El conducto a través del cual cae la arena es tan estrecho que aparentemente el nivel del vaso superior permanece igual, no cae. Sólo un buen rato después se da uno cuenta de que la arena ha ido cayendo, grano a grano, inexorablemente hasta colmar el vaso inferior. Entonces ya nada importa, se ha cumplido el tiempo, y no queda un minuto para pensar”. En esta película también vemos como el protagonista (Gustav von Ascenback) muere solo, ya que se ha alejado de toda su vida anterior que le causaba tantos nervios. Volviendo a la novela “La muere de Ivan Ilich”, vemos como la muerte de Ivan Ilich también es solitaria, porque su familia y todos los que habían sido sus “amigos” no están con él. Sölo su mujer y su hijo están ahí, pero la mujer sólo porque desea que su marido muera ya para dejar de sufrir ella. Además de la mujer, los demás personajes del libro también desean su muerte para así conseguir algo, ya sea dinero, un ascenso,… y todos están felices de que sea Ivan quien vaya a morir, porque eso significa que no les toca aún a ellos (cita en la página 18: “El hecho mismo de la muerte de un hombre a quien conocían de cerca había provocado en todos ellos, como siempre ocurre, un sentimiento de alegría, pensar que había muerto otro y no ellos mismos”)

¿Has visto cuánto se puede reflexionar desde un simple sueño? Ahora que suena el despertador me doy cuenta de todo lo que he aprendido, cómo la muerte es personal, necesaria y totalmente inexorable. Ahora cuando escuche hablar de ella no la veré como algo tan extraño, sino como simplemente un fin, un fin de la vida. ¿Dónde iremos cuando muramos? Quién sabe, pero por ello hay que aprovechar la vida que se nos ha dado y dejar que de momento la muerte sea sueño.
Ahora que me doy cuenta… ¡ya tengo disertación! Ahora toca escribirla…
(Elena Julián) (curso 2011-2012)




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