jueves, 30 de agosto de 2012

"Parménides", de César Aira.

-->Grupo “Leer Juntos/as”. 19 de Abril de 2012.
”Parménides”, de C. Aira.

A modo de invitación para su lectura.

         César Aira nace en 1949 en Coronel Pringles, población de la provincia de Buenos Aires que en tiempos fuera “zona de frontera” con el territorio indio, ámbito narrativo recurrente en el novelista. Desde 1967 vive en el barrio de Flores (ciudad de Buenos Aires), espacio al que también ha dado forma literaria repetidamente.
         Aunque es fundamentalmente conocido por sus novelas, Aira también es un estudioso de la literatura, ensayista, dramaturgo y traductor, del inglés o del francés, de autores como Antoine de Saint-Exupery Jan Potocki.
         A partir del momento en el que Aira consolida su peculiar ritmo de trabajo literario, llega a publicar al año hasta cuatro novelas, generalmente no muy extensas, “por razones de operatividad”. Esta fecundidad en cuanto a la cantidad, unida a la versatilidad de sus temas, ha empujado a algunos a afirmar que Aira, más que un autor, es “toda una literatura”. Sin embargo, también se puede decir que es un autor irregular, que sufre diversos altibajos en el valor literario de su producción (e incluso en la estructura de algunas novelas, que parece que el autor no sepa cómo terminar.



         Algunas observaciones para entender a Aira…

         Las novelas de César Aira son “siempre literatura sobre literatura”, fenómeno típico del Río de la Plata, prácticamente desde comienzos del siglo XX. Pensemos en Borges. En el caso de Parménides (2006), habría que hablar de “literatura sobre filosofía”, pero tanto da.
         También por ello, por la tendencia a reflexionar sobre literatura, Aira tiene una importante obra crítica y de teoría e historia literarias, que aunque cuantitativamente menor, no dejan de ser valiosas. Véase, a este respecto, el diccionario al que abajo se alude, al que se podrían añadir sus estudios sobre la poeta Alejandra Pizarnik y el dramaturgo y novelista Copi, ambos argentinos.
         Por ello, suelen ser paródicas, y producen el efecto de no tomarse muy en serio el objeto de su parodia; hacen entonces acto de presencia el humor y la ironía.
         Finalmente, una última cuestión: las novelas de Aira suelen ser transparentes desde el punto de vista de la narrativa, pero en cuanto a sus intenciones; está claro lo que pasa, pero no por qué o para qué pasa.


         Otros libros de César Aira…

         Ema la cautiva (1981) y La liebre (1991), son dos ejemplos de parodia de la literatura argentina (y sobre Argentina) del siglo XIX; el primero sobre las ficciones de tema indio, y el segundo sobre los libros de viajes por la pampa, un auténtico ejemplo de “antropología-ficción”.

         La guerra de los gimnasios (2003), título que remite a la novela de Bioy Casares Diario de la Guerra del Cerdo (1969). Si la de Bioy trataba de una agresión de los jóvenes contra los viejos, aquí nos encontramos una disputa entre clanes gimnásticos que adquiere tintes de apocalipsis.
         El congreso de literatura (1997), publicada por Tusquets, ironiza sobre el ambientillo dominante en este tipo de acontecimientos, desde la óptica de un escritor consagrado que no se acaba de tomar muy en serio a sí mismo…

         Las curas milagrosas del Doctor Aira (1998). Publicada en España junto a otras dos novelas, El tilo y Fragmento de un diario en Los Alpes, presentan un buen ejemplo de autobiografía (ficticia, por supuesto), típica del autor.

         Diccionario de autores latinoamericanos (2001). Original, sujetivo y maledicente (cosa que se agradece) en sus apreciaciones, viene a ser de forma indirecta una especie de “teoría de la literatura” del propio Aira. Abajo reseñamos algunas “perlas cultivadas” de este manual.

         Las noches del Flores (2004) es un buen ejemplo del otro espacio narrativo –y autobiográfico- presente en las novelas de Aira: el barrio porteño de Flores. Como muchas narraciones de Aira, su abrupto desenlace sorprende, por ser un giro inesperadamente fantástico. Quizá, como ya hemos dicho, porque no encuentra el final coherente y apropiado.

         Las aventuras de Barbaverde (2008), parodia de novela de aventuras; la revisión irónica de los géneros novelísticos es una tendencia que se ratifica en otras obras como Una novela china (1987) o El pequeño monje budista, dos ejemplos de “falsas novelas” orientales, que recuerda los experimentos narrativos de Gómez de la Serna.


         Algunas ideas de César Aira sobre el “boom” y la literatura latinoamericana (párrafos entresacados de su Diccionario).

         Gabriel García Márquez. “Su tercera novela extensa, El amor en los tiempos del cólera (1985), desmayado intento de lograr una Educación Sentimental mundonovista [del “nuevo mundo”], es convencional”.
        
         Julio Cortázar. “No hubo maduración visible en Cortázar; un aire de perenne juventud baña toda su obra, indiscutible favorita de los jóvenes, lectura de iniciación y descubrimiento de la literatura”.

        Joaquim Maria Machado de Assis. “De todos los buenos novelistas que hubo en Latinoamérica en el siglo XIX, ninguno puede ponerse a la altura de Machado de Assis. Su lugar está entre los más grandes: habría que pensar en Henry James o en Flaubert para incluirlo en la compañía que más le conviene".

         Augusto Roa Bastos. “En 1974 apareció la gran creación novelesca de Roa Bastos, una de las pocas realmente buenas incluidas en el ‘boom’ de la novela latinoamericana: Yo, el Supremo”.

         Alejo Carpentier. “Por cierto, que en estos Ensayos (1984) hay que resignarse a los malabarismos políticos de su autor y, meno molestos, a los frecuentísimos recordatorios de sus amistades prestigiosas, del tipo ‘yo hablaba justamente de esto a Graham Greene’, ‘como Antonioni decía recientemente a un amigo mío’, ‘Sergio Einsenstein, quien fuera mi amigo’…".



"Los cachorros", de Mario Vargas Llosa

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Curso 2011-12. Grupo “Leer Juntos”.      

Jueves, 27 de Octubre de 2011. Los cachorros (1967), de Mario Vargas Llosa.


         Con frecuencia se ha dicho que la novela hispanoamericana de los sesenta procede en parte de la renovación aportada por novelistas anteriores, europeos y norteamericanos, como Joyce, Kafka o Faulkner; también se ha dicho que Latinoamérica impulsa a su vez en una novelística innovadora en España, con autores como Juan Benet o Juan Goytisolo. Sin embargo, hay un factor que diferencia las novelas del “boom”, respecto a sus parientes occidentales: su condición de literatura procedente de países subdesarrollados, cuya cultura es producto del mestizaje entre lo hispano del periodo colonial, lo indio de la población indígena, lo africano de los esclavos y lo europeo de la inmigración. Quizá sea la expresión realismo mágico la que da con la clave de esta diferencia, y sin embargo, Vargas Llosa no acaba de cuadrar en esa etiqueta. Su novelística bascula entre el ruralismo de García Márquez o Alejo Carpentier, y el entorno urbano tan apreciado por Cortázar. Lo que en éste es París o Buenos Aires, en Vargas Llosa es Lima y, más concretamente, el barrio de Miraflores, donde transcurre Los cachorros.

 
         Mario Vargas Llosa en 1967.
         Según la información de Ángel Esteban, en la “Introducción” a la edición del libro (2010), en el momento de la edición de Los cachorros, Mario Vargas Llosa se encuentra inmerso en un proceso de reconocimiento público de su oficio. Lejos queda la colección de cuentos titulada Los jefes (1959), testimonio valioso pero primerizo de las preocupaciones del autor. El éxito de sus dos novelas “largas”, La ciudad y los perros (1963) y La casa verde (1966) –mucho más valiosa la primera que la segunda, según opinión del que suscribe- lo ha proyectado al estrellato desde una agradecida Barcelona, la de los avispados editores. Los cachorros sería escrito al mismo tiempo que la obra cumbre del autor, la ambiciosa Conversación en La Catedral (1969), donde también tiene su protagonismo el barrio de Miraflores. La edición de la tesis doctoral del autor, acerca de un escritor entonces amigo suyo, García Márquez: historia de un deicidio (1971), marcaría el cierre de una fecunda etapa de experimentación, a la que Vargas Llosa no volvería. De ahí en adelante, sólo en la más tradicional desde el punto de vista formal La guerra del fin del mundo (1981), el novelista alcanzaría una altura semejante.


         Sobre la importancia de la novela corta en la literatura latinoamericana.
         …algún día encontraré editor para Las mejores novelas cortas de diez maestros latinoamericanos, porque en ese género es donde han llegado más alto nuestros narradores, quienes inútilmente han procurado superarlo con largas y brillantes novelas: no valen los Cien años lo que El coronel no tiene quien le escriba; ni Terra nostra lo que Aura o Agua quemada; ni Gran Sertao: veredas lo que Cara de Bronce; ni Rayuela lo que El perseguidor; ni El siglo de las luces lo que El arpa y la sombra: ni La vida breve lo que Para una tumba sin nombre; ni La casa verde lo que Los cachorros. Pero vaya usted a convencer a los autores, en esta época institucionalizada, de que el arte no tiene que ver con las dimensiones ni con las ambiciones (Rama, 2008: p. 20).
        

         Un testimonio temprano de un crítico español.

         Vargas Llosa publicó, en 1968, su obra más perfecta. Una novela breve, de apenas cincuenta páginas, que es un relato poético y cruel también [como La ciudad y los perros] centrado en un mundo de adolescentes. Se titula Los cachorros y describe el destino de un muchacho, en contraposición al mundo que le rodea, un muchacho marcado por una castración accidental. El manejo del lenguaje popular, con el “argot” juvenil peruano, la terrestre poesía adolescente y la elíptica tragedia descrita  forman un proporcionado conjunto, intenso, eficaz, de un elevado nivel estético, tanto mayor cuanto que, en esta ocasión, el escritor ha refrenado y contenido sus naturales dotes de dramatización (Conte, 1972: p. 202).

         Algunas claves…
         ¿Quién iba a narrar la historia del niño mutilado? El “barrio”. ¿Cómo conseguir que el narrador colectivo no borrara a las diversas bocas que hablaban por la suya? A fuerza de romper papeles, poco a poco fue perfilándose esa voz plural que se deshace en voces individuales y rehace de nuevo en una que expresa a todo el grupo. Quería que Los cachorros fuese  una historia más cantada que contada y, por eso, cada sílaba está elegida tanto por razones musicales como narrativas (…); la historia debía entrarle [al lector] por los oídos (Vargas Llosa, 2010: p. 257).


         Sobre la adaptación cinematográfica.
         Se trata de una película clásica y clave para el cine comercial mejicano (…) que tiene un mayor desarrollo de los diálogos y los personajes, realmente perturbadores, que de los aspectos específicamente visuales. El bajo presupuesto en el cine mejicano siempre implica una mayor crudeza (crítica en imdb.com).
         Es una película clásica del cine mexicano de los 60/70, que utiliza la trama de la narración de Vargas Llosa para satirizar la figura del “macho nacional” de aquel país.

         Referencias
     Conte, Rafael (1972): Lenguaje y violencia. Introducción a la narrativa hispanoamericana, Al-Borak Ediciones, Madrid.
         Donoso, José (1999): Historia personal del “boom”, Alfaguara, Madrid.
         Fons, Jorge, Los cachorros (México, 1971).
         Rama, Ángel (2008): La novela en América Latina. Panoramas 1920-1980, Ediciones Universitarias Alberto Hurtado, Santiago de Chile.
         Vargas Llosa, Mario (2010): Los cachorros. Los jefes, Editorial Espasa, Madrid.