viernes, 4 de febrero de 2011

Reunión del grupo “Leer Juntos” sobre Nada (1945), de Carmen Laforet.


Hay muchas formas de hincarle el diente a un libro como Nada (1945), de Carmen Laforet (1921-2004). Se trata de una novela primeriza, que una joven y desconocida autora escribió en el momento más represor del franquismo. Su tono amargo y su ambiente opresivo, como de pesadilla, hizo que muchos vieran en ella una denuncia del totalitarismo de la dictadura; pero la verdad es que Laforet siempre tuvo reticencias a facilitar lecturas políticas de sus novelas.


Para otros, Nada más bien parece la recreación de una novela del XIX, del estilo de Cumbres Borrascosas (1847), de Emily Brontë, con sus caserones antiguos y sus espacios oscuros, donde acechan ocultos los traumas del pasado. Quizá por eso sus personajes parecen tallados “de una pieza”, sin que se note en ellos evolución psicológica alguna, como si fueran los protagonistas de un cuento infantil. Casi parecen representaciones de ideas abstractas: Andrea, la inocencia; Angustias, la represión; la abuela, los valores del pasado, anticuados y caducos; Román, el peligro y la tentación; Ena, la amistad liberadora…

Curiosamente, la lectura de Nada deja un regusto triste y amargo, pero no por ello podemos decir que no hemos disfrutado de su lectura. Porque no es difícil identificarse con Andrea, su protagonista, esta joven recién llegada a una Barcelona fantasmal, y que en el fondo se parecía tanto a su autora, Carmen. Porque en el fondo, como nos dice su biografía, recientemente publicada, los personajes de Nada son la transposición de la propia familia de Carmen Laforet.

A la publicación de Nada siguió otra novela en cierto modo complementaria, que relata la infancia y adolescencia en las Canarias de un personaje semejante a Andrea. La obra se tituló La isla y los demonios y se publicó en 1952. Desgraciadamente, se podría decir que el prestigio literario Carmen Laforet “murió de éxito”. Ninguna de sus novelas alcanzó la altura de la primera, y a partir de inicios de los setenta, su capacidad para escribir se hizo cada vez más alarmante, hasta caer en una depresión que le recluyó en un intenso mutismo, que le acompañó durante los últimos años de su vida, en una residencia geriátrica.



Algunos testimonios

“Yo no quise hacer ninguna tesis en mi novela. No pensé en las fuerzas del bien y del mal al escribirla. No busqué ningún efecto de horror tampoco. Jugué sencillamente con unos personajes que vi ‘así’ como salieron (…) no sé si escribiré más, ni, al escribir, lo que me saldrá. No me interesa el elemento humano en la novela”. Carmen Laforet.

“En España, al margen del precedente de Emilia Pardo Bazán y después de Concha Espina, las mujeres había cultivado casi exclusivamente el género rosa. Nada tenía indudables trazos femeninos, pero en este juego absorbente de imaginar cómo son los autores de los manuscritos que nos llegan cada año puntualmente, confieso que me equivoqué. Supuse que su autor era una mujer madura y por tanto pensé que la novela estaba basada en personajes y atmósferas realmente ubicados, sin embargo, en una trama inventada. Pero me equivoqué al suponer que tal maestría en el manejo de la intriga, en la presentación y en la fluidez de la acción podían sólo venir de una mujer mayor que recordaba tranquilamente la vida pasada y la convertía en una narración ficcionalizada gracias a la alquimia del arte. No. Ocurrió que la autora tenía veintidós años”. Vázquez Zamora, miembro del Jurado del Nadal, delegado de Destino en Madrid.

Nada, la mejor novela española del siglo XX (…) es, junto con El Quijote (…) y Cien años de soledad (…), una de las tres novelas hispanas más traducidas de todos los tiempos”. Nuria Amat.

“Nada es el primer punto donde se evidencia un anhelo de renovación de las técnicas narrativas que pocos años más tarde se llevará por algunos –Robbe-Grillet, Duras, Butor y todos los cultivadores del noveau roman”. Miguel Delibes.


En contra… o casi

“Nada no es un trabajo de creación propio de un novelista. Los personajes no viven, los aspectos específicamente novelescos de la obra fracasan rotundamente (…) Esa familia de la calle Aribau, de Barcelona, no puede ser para una novelista tema de creación y de vida, porque es precisamente la expresión de una sociedad moribunda y sanguinaria” Jorge Semprún.

Nada, de notorio éxito en su momento, es otra piedra miliar en la narrativa de la postguerra, coincidente en buena medida con la ola de seudoexistencialismo ya mencionada (…), con sus toques de tremendismo, todo lo cual no podría justificarse (…) sin la aparición previa de Camilo José Cela. Con una forma narrativa tradicional, con una expresividad lingüística fluida, sencilla y un tanto ramplona, en Nada nos adentramos en la asfixiante atmósfera de un universo cerrado (…). En ese mundo de Nada, deprimente y oscuro, la falta de comunicación humana es uno de sus rasgos distintivos, un mundo cerrado en sí mismo y sin conexiones con el exterior; en este hecho, precisamente, a pesar de sus pretensiones realistas, radica la absoluta falta de explicación lógica del porqué de la existencia de estos seres situados al margen de la vida de la calle y de la ciudad, de una sociedad que no vemos en absoluto y que, sin duda, les ha conformado y deformado”. Iris M. Zavala, Historia social de la literatura española.

Adaptaciones cinematográficas:
Nada, de Edgar Neville (España, 1947).
Graciela, de Leopoldo Torre-Nilsson (Argentina, 1956).

Obras del realismo existencia (o “tremendismo”):
En novela, La familia de Pascual Duarte (1942), de Camilo José Cela; La fiel infantería (1943), de Rafael García Serrano; La sombra del ciprés es alargada (1948), de Miguel Delibes.
En poesía, Hijos de la ira (1944), de Dámaso Alonso.
Obras de Carmen Laforet. Novelas: La isla y los demonios (1952); La mujer nueva (1956); La insolación (1963); narraciones breves: Don Juan y otros cuentos (2007); cartas: Puedo contar contigo. Correspondencia [entre Carmen Laforet y Ramón J. Sender] (2003); colaboraciones regulares en prensa: Destino, Informaciones, Pueblo, Faro de Vigo, La actualidad española, ABC, Arriba y El País.
Escritos biográficos sobre Carmen Laforet: Cristina Cerezales, Música blanca (2009); Anna Caballé e Israel Rolón, Carmen Laforet. Una mujer en fuga (2009).

3 comentarios:

  1. Yo también creo que "Nada" no es un libro que trate la situación político social del franquismo, como bien lo intentaron interpretar. No obstante, a pesar de lo que diga Laforet "No me interesa el elemento humano en la novela", creo que en realidad sí que le interesa. Afirma que tan sólo "jugó con los personajes", pero pienso que al hacerlo, al intentar controlar a esos personajes que creó, también desarrolló inconscientemente -pero no puedo afirmarlo, no estuve en su cabeza. ¡Ni había nacido!- un ambiente tal y como describen: tenebroso, oscuro, deprimente, y nada comunicativo con el exterior. Pero no creo que sea algo irreal, porque es algo que alcanzo a imaginar. Y si consigo imaginarmelo, puede ser posible. Quiero decir, ¿acaso no existen personas que viven totalmente ajenas al mundo que les rodea? ¿Porque tienen que interpretar los escritores a la perfección el contexto, y describir unos personajes implicados en cuerpo y alma a su realidad? Es que eso en verdad no ocurre en todas partes. Siempre habrá más personas implicadas con su momento -o con momentos anteriores, recuerdo que estoy estudiando Historia y es algo que no puedo desdeñar-, pero no por eso no es un buen libro. Y por tanto, pienso que sí que creo que Laforet trata el elemento humano, aunque no quiera reconocerlo; porque muestra una realidad distinta y sí, tenebrosa, oscura y deprimente, de una universitaria recién llegada a la Barcelona. Desorientada, joven, y soñadora. Y opino que el libro describe exactamente de la desilusión que se lleva al estar viviendo una vida en la que había puesto muchas ilusiones y esperanzas y ve como es continuamente asestada por los golpes realistas. Creo que es una microhistoria de un sólo personaje, y recordemos que es joven, y por tanto es así de tanscendental o tremendista".
    Recuerdos con cariño desde Zaragoza.
    Manuela.

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  2. Se me olvidó:
    ¿Y tú qué opinas Javier?

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  3. Pues... mmmh... La verdad es que es un poco difícil hablar de "Nada" en término de humano o "no humano". Todo es humano, a fin de cuentas: los personajes y sus preocupaciones. Lo que comentamos en la tertulia fue que los personajes parecían tallados de una pieza, sin mucha complejidad o evolución en su carácter a lo largo de la novela. Como si fuera un cuento infantil, con la bruja, la madrastra, el rey, la reina... El clima opresivo se corresponden claramente con el ambiente de una época, los años cuarenta, que en España fue particulamente dura política y económicamente. Ese pesimismo adquiere en la narración el carácter de una pesadilla infantil. Podría decirse que Laforet alude a la realidad eludiéndola, aparentemente, recluyéndola entre las paredes del piso de la Calle Aribau.

    Javier.

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